Mailen camina de un lugar a otro en la celda que le han asignado junto a Manuel, esta vez. Él la observa tirado sobre la pequeña cama que hay en una esquina, al lado opuesto del baño. El lugar está sucio y maloliente. Ella comienza a quitarse la ropa hasta quedar completamente desnuda.
—¿Qué crees que haces, loca? —le grita Manuel.—¡Ja, ja, ja…! ¿No lo ves? ¡Me quito la suciedad! ¡No la soporto, yo soy bella… bella…! ¡La más bella de todas las mujeres! ¡Mírenme… mírenme…! Mientras grita, gira sobre sí misma en el centro de la celda. Los dos guardias, uno más viejo y otro más joven, la observan por un momento, luego salen y cierran la puerta, dejando solo una pequeña bombilla que apenas ilumina el lugar.—¡No seas loca y vístete! ¡Soy un hombre! &md