Ambos se apresuraron a buscarlo; estaba haciéndose los rayos X. Esperaron pacientemente a que terminara, y Félix aprovechó para ver lo que tenía. Para su desconsuelo, vio que su primer diagnóstico era correcto: tenía dos costillas quebradas y había que operarlo de urgencia porque tenía una pequeña hemorragia interna.
—Vamos a hablar con él; quién sabe si acepta donar un pedacito de su hígado. No es tan serio lo suyo y es muy saludable —dice Félix, sin dejar de mirar las tomografías en sus manos. Aunque Ariel ya ha perdido todas las esperanzas por lo serio del caso del joven, lo acompaña. El joven se encontraba bien despierto y conversaba amablemente con el camillero. Al verlos llegar, hace intención de sentarse, pero el doctor Félix se apresura a impedirlo.—Gracias, señor, por la ayuda; no tenía que quedarse &mda