Marlon Rhys ha llegado bien temprano, como siempre, a su empresa. Después de haber hablado con el detective Rubén Compostela el día anterior, había aceptado que investigara sobre el tema que le había mostrado. Ahora lo espera impaciente; para su alivio, lo ve llegar al fin y sentarse. Luego saca un pequeño cuaderno verde de su carpeta y se lo entrega.
—Me costó mucho dinero, pero al final logré que me dieran las cosas que habían robado del doctor —explica con impaciencia, viendo cómo Marlon revisa lo que le entregó—. Ahora solo hay que descifrar lo que escribió ahí; está muy enredado.—Tengo un amigo doctor que sabe de esto, déjamelo a mí —dijo Marlon, guardando todo en su portafolio—. ¿Averiguó si es cierto eso que me enseñó ayer?—Todavía no, pero estoy cerca. No quiero darle fals