La furia arde en los ojos felinos de Mailen mientras lo observa. Ella, una mujer acostumbrada a conseguirlo todo en la vida gracias al poder de su deslumbrante belleza, no puede digerir que Ariel Rhys se mantenga inmune a sus encantos. Como una reina destronada, ella que siempre ha manipulado a los hombres a su antojo, lo enfrenta con un desdén que apenas disimula su frustración.
—¿Tu parte? —exclama con indignación desbordante—. ¡Tu parte fue un fracaso estrepitoso! Ariel y Camelia siguen juntos como dos tórtolos, ¡y ahora alguien se atreve a atacarme aquí, en mi propio territorio! —Se aproxima a él como una pantera acechando a su presa, cada músculo de su cuerpo tenso por la ira contenida—. ¿De verdad crees que mereces que te pague después de semejante desastre?Manuel retrocede un paso calculado, pero mantiene esa sonrisa burlona que tanto la irrita. No puede