El aire olía a tormenta. Una mezcla densa de ozono, tierra húmeda y peligro inminente. Elzareth, ahora envuelta en una capa ceremonial que los faes le habían ofrecido, caminaba a la cabeza de la caravana junto a Drak. Los aldeanos seguían cansados, pero aliviados, custodiados por los faes y el titán que los protegía como un coloso silencioso. El Reino de los Vampiros estaba cada vez más cerca. Y también, el abismo del conflicto.
Pero lo que ni Elzareth ni Drak sabían era que el primer movimiento del enemigo ya se había hecho.
***
El zarpazo de los cielos
En los cielos resplandecientes del Plano Celestial, Seraphiel recibió la orden final.
—El juicio ha sido emitido —dictó uno de los Tronos Superiores—. La hija de Gaiara e Itharial ha despertado. Su existencia es un acto de insurrección contra el orden de los planos. No puede ser ignorada.
—¿Y si no ha elegido aún? —preguntó Seraphiel, con una chispa de duda. Él había observado a Elzareth en silencio. Había visto su compasión, su lucha