Él
Llamo a la puerta del despacho no sin antes deshacerme del pesado abrigo que llevaba. Theodore mi indica que pase y abro la puerta al instante, puedo sentir el olor del puro que está fumando.
—Ezequiel, adelante —invita y me señala la silla que hay frente a su escritorio. Está de pie mirando hacia la ventana—. ¿Cómo está ella?
—Muy bien, salimos un momento, es cuando has llamado —asiente y miro como el humo del puro hace una nube alrededor de él.
—Estás haciendo bien tu trabajo, la he visto muy feliz —mi mandíbula se tensa.
—No lo puedo considerar un trabajo, Megan es… —tomo un largo suspiro—. Jamás me había sentido así, yo no soy… no soy de sentimientos, mucho menos hablarlos con usted pero quiero que sepa que esto… ha dejado de ser un trabajo para mí, pues siento que me he enamorado desde el primer instante.
Miro a Theodore quien parece no tener ni una sola emoción dentro, luego toma el puro y lo coloca en su boca para aspirar.
—Solo ha pasado una semana desde que llegaste