CAPÍTULO TREINTA Y DOS: UNA RELACION REAL.
Alice Collins.
Mi corazón toma un ritmo diferente con lo que acaba de mencionar Matthew. Sé que después de lo que pasó entre nosotros, las cosas pueden tomar otro rumbo o continuar como si nada hubiera pasado.
«No sé si podría volver a ser la Alice indiferente», pienso.
Matt me gusta, y mucho. No puedo decir que estoy enamorada de él, pero la química y la conexión son evidentes; hay algo que nos sobrepasa. Lo que tenemos ahora no es suficiente para la vida que nos espera.
—No se trata de un contrato legal, Matthew —comienzo, mi voz es firme—. Se trata de un acuerdo entre tú y yo. Dejemos de fingir. La fusión con nuestros padres ya está firmada, y eso no está en discusión. La próxima semana seremos marido y mujer ante la ley.
Él asiente, mordiendo un cruasán. Su postura, incluso en una bata de seda, es la de un CEO en una reunión de la junta.
—¿Quieres seguir con lo que ya tenemos acordado desde el inicio? —pregunto en un hilo de voz. Re