—Si las hice sentir así, lo lamento —respondió la encargada de la boutique con ironía, cruzando los brazos con desdén.
Sofía sintió cómo la rabia subía por su pecho. Odiaba a la gente condescendiente y esa mujer lo era en cada gesto y palabra que hacía y decía.
—Mire, señora, que usted trabaje aquí no quiere decir que… —Sofía no alcanzó a terminar su frase porque Mariana le tomó del brazo con firmeza para calmarla, conocía a su amiga lo explosiva que es.
—Cálmate —susurró Mariana en su oído, intentando evitar que la situación escalara más allá de lo necesario.
Sofía apretó los labios con molestia, pero Mariana ya había tomado el control de la situación. Con la elegancia que la caracterizaba, esbozó una sonrisa serena y miró directamente a la vendedora.
—Muéstrame el bolso más caro que tenga —exclamó con seguridad, estirando el brazo en un gesto que no admitía objeciones.
La vendedora arqueó una ceja, esbozando una sonrisa cargada de burla hacia ellas.
—¿Perdón? —preguntó con ironía, c