La noche en el apartamento de Mariana y Sofía transcurría en aparente calma. Nicolás dormía profundamente en su habitación, su respiración pausada y tranquila llenaba el ambiente de una falsa sensación de paz. Mariana y Sofía estaban sentadas en el sofá, envueltas en una manta, viendo una película que apenas lograban seguir. Pero la tranquilidad se rompió abruptamente cuando el celular de Mariana comenzó a sonar.
Suspiró con fastidio al ver el nombre en la pantalla. Andrés. Hizo una mueca de desagrado y deslizó el dedo sobre la pantalla para contestar.
—¿Qué quieres a esta hora, Andrés? —preguntó con irritación, dejando caer la cabeza contra el respaldo del sofá.
—Quiero que mañana compres algo muy bonito y caro para una mujer. Maicol va para allá a dejarte una tarjeta ilimitada. No me falles, Mariana —exclamó Andrés con su tono autoritario.
Mariana cerró los ojos con fuerza, intentando contener su molestia.
—Andrés, mañana es domingo. Tengo a Nicolás y no lo puedo dejar solo