Capítulo 5

Capítulo 5

Verónica se encontraba en la habitación, con las manos temblando mientras intentaba empacar sus cosas. Hacía meses que había estado planeando este momento, el momento en que finalmente dejaría a su esposo abusivo y comenzaría una nueva vida con su hijo. Su corazón latía con fuerza en su pecho mientras arreglaba su equipaje y el de su hijo, asegurándose de que nada se quedara atrás.

De repente, escuchó la puerta abrirse y sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que no tenía mucho tiempo antes de que su esposo llegara a la habitación, pero estaba decidida a salir de allí sin importar lo que pudiera pasar.

Sin embargo, antes de que pudiera terminar de empacar, su esposo apareció en la puerta, con una mirada de furia en sus ojos. "¿Qué demonios estás haciendo?", gritó, acercándose a ella con un puñetazo.

Verónica trató de protegerse, pero fue golpeada una y otra vez, su cuerpo temblando con dolor. Intentó gritar, pero su esposo la agarró del cuello, impidiéndole respirar.

"¿Quién crees que eres para intentar abandonarme?", rugió su esposo, apretando su agarre en su cuello. "No puedes irte, eres mía".

Verónica luchó por liberarse, pero sus esfuerzos solo hicieron que su esposo se enfureciera más. Finalmente, logró soltarse y corrió hacia la puerta, con su hijo llorando detrás de ella. Logró salir de la habitación y escapar, pero no sin antes recibir algunos golpes más de su esposo abusivo.

***

Verónica se despertó de repente, sudando y temblando después de tener una pesadilla vívida. En su sueño, había revivido uno de los momentos más aterradores de su vida, cuando intentó escapar de su abusivo esposo Pablo. Recordaba la sensación de su agarre fuerte en su cuello y la mirada fría en sus ojos mientras la detenía.

Se tomó unos momentos para recuperar el aliento, y luego se recordó a sí misma que todo eso era solo una pesadilla. A veces, su mente la llevaba de vuelta a los momentos más oscuros de su vida, pero tenía que recordar que Pablo ya no era una amenaza para ella ni para su hijo. Había logrado escapar de él y ahora estaba segura.

"Está bien, Verónica", se dijo a sí misma en voz baja. "Esto es real. Pablo nunca más volverá a hacerte daño. Estás a salvo".

Pero a pesar de sus palabras tranquilizadoras, Verónica sabía que sus pesadillas no desaparecerían de la noche a la mañana. Había pasado tanto tiempo viviendo con el miedo y la opresión que tomaría tiempo curar sus heridas. Solo esperaba que algún día pudiera sentir verdadera libertad en su alma.

"Sabía que no volvería a conciliar el sueño", pensó Verónica mientras se revolvía en la cama. Las pesadillas sobre su abusivo ex esposo la habían atormentado toda la noche y ella sabía que ya no podría dormir más. Con un profundo suspiro, decidió que era hora de levantarse de la cama y enfrentar el día.

A medida que se ponía de pie, su mente se llenaba de pensamientos negativos. ¿Cuánto tiempo más tendría que soportar las secuelas de su abuso pasado? ¿Cómo podría encontrar la fuerza para seguir adelante?

Pero, a pesar de todo, Verónica decidió no dejarse vencer. Con la esperanza de que el día fuera mejor que la noche, se preparó para afrontar los desafíos que se le presentarían. Se arregló, preparó el desayuno para su hijo y lo llevó al preescolar, mientras observaba a las personas felices a su alrededor con envidia. Deseando tener su misma alegría. Aunque trataba de ser positiva, su corazón se sentía pesado.

Después de dejar a su hijo en el preescolar, Verónica se dirigió a su oficina. Al entrar en su cubículo, notó que todo parecía extraño. Sus compañeros de trabajo parecían estar susurrando entre ellos y no le hablaban. Pronto se enteró de que su jefe quería verla en su oficina.

Con el corazón acelerado, Verónica caminó hacia la oficina de su jefe. Al entrar, notó que la expresión de su jefe era seria y tensa. "Verónica, hemos estado analizando tu desempeño reciente y estamos muy insatisfechos con tus resultados", dijo su jefe con voz fría. "Si las cosas no mejoran pronto, nos veremos obligados a despedirte".

El corazón de Verónica se hundió al escuchar las palabras de su jefe. Ella había estado tratando de mantenerse enfocada en su trabajo mientras lidiaba con los desafíos personales de su vida, pero parecía que no estaba funcionando. Sintió un nudo en su garganta y las lágrimas amenazaron con caer de sus ojos.

"Lo siento", balbuceó Verónica. "Estoy haciendo lo mejor que puedo, pero ha sido un poco difícil últimamente".

Su jefe la miró con una expresión dura antes de responder. "Entiendo que hayas tenido problemas personales, pero eso no justifica la falta de productividad. Espero que puedas hacer lo necesario para mejorar tu desempeño en las próximas semanas".

Verónica asintió con tristeza, sabiendo que tendría que redoblar sus esfuerzos para mantener su trabajo. Cuando salió de la oficina de su jefe, se sintió abrumada por la sensación de que todo parecía estar en su contra. A pesar de su lucha, Verónica sabía que no podía permitirse perder su trabajo en este momento de su vida.

Después de salir de la oficina de su jefe, Verónica se sentó en su escritorio y trató de concentrarse en su trabajo. Pero su mente estaba en otra parte. ¿Cómo iba a cuidar de su hijo si perdía su trabajo? ¿Cómo iba a pagar el alquiler?

Se sentía abrumada, pero no podía permitirse caer. Necesitaba encontrar una manera de mantener su trabajo y su hogar, y tendría que trabajar aún más duro para demostrarle a su jefe que era valiosa para la empresa.

Verónica también se sentía agradecida por tener buenos compañeros de trabajo en la empresa donde desempeñaba su labor como contadora. Siempre había sido difícil para ella confiar en los demás, después de haber pasado por una relación abusiva con su ex esposo. Pero sus compañeros de trabajo la habían recibido con los brazos abiertos y habían demostrado ser un gran apoyo para ella.

Esa tarde, Verónica estaba lidiando con una gran cantidad de trabajo y se sentía abrumada por las demandas de su jefe. Pero sus compañeros de trabajo se habían dado cuenta de que estaba estresada y se acercaron a su escritorio para ofrecerle su ayuda.

"¿Qué necesitas, Verónica?", preguntó su compañero de trabajo, Carlos.

"Podemos ayudarte a organizar tus tareas para que no te sientas tan presionada", añadió su colega, Ana.

Verónica se sintió emocionada y agradecida por la oferta de ayuda. Juntos, revisaron su lista de tareas y la reorganizaron para que fuera más manejable. Durante el proceso, sus compañeros de trabajo también la animaron con palabras de apoyo y motivación.

"Verónica, sabemos que eres una excelente contadora y estás haciendo un gran trabajo", dijo Ana.

"Y estamos aquí para ayudarte en lo que necesites", agregó Carlos.

Verónica se sintió abrumada por la amabilidad de sus compañeros de trabajo y se dio cuenta de que no tenía por qué enfrentar todo sola. Había encontrado un equipo de personas en las que podía confiar y apoyarse. Con su ayuda, ella sabía que podía superar cualquier obstáculo que se presentara en su camino.

Ese día, Verónica había trabajado tan concentrada que apenas había tenido tiempo de revisar su teléfono y menos aún, de pensar en Christopher. Después de recoger a su hijo del preescolar, llegaron a casa y cenaron juntos. Su pequeño le contó emocionado todo lo que había aprendido ese día y luego se durmió plácidamente en su cama.

Una vez que Verónica se aseguró de que su hijo estuviera profundamente dormido, se quedó sentada en el sofá, perdida en sus pensamientos. Pensó en Christopher, en la forma en que se habían acercado y en cómo él había logrado hacer que su corazón latiera con fuerza nuevamente.

Pero también pensó en el pasado, en lo doloroso que había sido para ella abrir su corazón a alguien y confiar en alguien más. Recordó las lágrimas que había llorado cuando su ex esposo le había herido, tanto física como emocionalmente, y se preguntó si estaba lista para arriesgarse de nuevo.

Verónica tomó su teléfono y vio que había varias llamadas y mensajes de Christopher. Se sintió abrumada, no estaba segura de qué hacer. Después de un rato, decidió que necesitaba tomar una decisión sobre su relación con él.

¿Debería seguir permitiendo que Christopher entrara en su vida y la de su hijo? ¿O debería poner una distancia definitiva para proteger su corazón y su seguridad?

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