Kael estaba sentado en su lugar en el lujoso avión privado, por su puesto que Astrea estaba a su lado. Realmente, ya no sabía qué hacer para que su lobo encontrara un poco de calma. Estaba muy ansioso, y apenas una línea fina lo separaba de la violencia.
Agradecía que solo eran treinta y dos minutos de vuelo. Ya que no estaba a punto de hacerse responsable por lo que pudiera pasar con la chica que estaba a su lado, y a la cual miraba con mucha sospecha. La vio sacar de su bolso un frasco de pastillas, inmediatamente vino a su cabeza el momento en que su madre se las entregó y le dijo que era importante que las tomara.
—¿Para qué es ese medicamento? —no pudo evitar preguntar, supuso que eran fundamental porque lo primero que hizo al subir fue pedirle agua a la sobrecargo y luego la taza de café.
Ella se sobresaltó, porque no esperaba aquel cuestionamiento.
—Eh… —tragó las pastillas de un solo golpe—. Son suplementos vitamínicos.
—Supongo, casi nunca te veo comer —Kael expresó encogié