17-Me gusta como te ves aquí...
Cuando Nas abrió los ojos aquella mañana, lo último que esperaba era encontrar a Dominik apoyado en el marco de la puerta, observándola en silencio. Llevaba un abrigo oscuro y las manos en los bolsillos, como si llevara horas esperando a que despertara.
—Vístete —dijo sin rodeos—. Vamos a salir.
Ella frunció el ceño, confusa.
—¿Salir… a dónde?
—A que recuerdes que el mundo no es solo paredes y cerrojos. —Sus labios se curvaron apenas en algo que no llegaba a ser una sonrisa—. Y antes de que lo preguntes… no, no puedes negarte.
Media hora después, Nas estaba en el asiento del copiloto de un Maserati negro que ronroneaba suavemente mientras se alejaban de la ciudad. La carretera serpenteaba entre colinas verdes, y por primera vez en semanas, el aire que respiraba no olía a encierro.
—¿Por qué… hacer esto? —preguntó ella, sin mirarlo.
—Porque necesito que dejes de verme solo como el hombre que te retiene. —Sus ojos permanecieron fijos en el camino—. Y porque a veces… hasta