32-Duras decisiones.
La nota aún yacía arrugada sobre el escritorio, manchada de la ceniza del cigarro que Dominik apagó encima, como si quisiera borrarla de la existencia. Pero en sus ojos había algo que no podía ocultar: rabia y miedo, un miedo que jamás reconocería en voz alta. Que quizás nunca antes había sentido.
Teo entró tras un discreto golpe en la puerta.
—¿Qué tenemos? —preguntó, viendo el papel destrozado.
Dominik le lanzó la hoja sin mirarlo.
—Quiero que averigües de dónde salió esto. Cámaras, movimientos, gente extraña rondando. Lo quiero todo.
Teo frunció el ceño.
—¿Crees que sea Sandoval?
—No lo sé. Ese bastardo ya jugó algunas cartas, aunque esto… —Dominik apretó los puños—. Esto no es por negocios, es personal.
El silencio se alargó, hasta que Dominik habló de nuevo, con un tono bajo pero helado:
—Quiero represalias. Si alguien se está acercando a ella, voy a arrancarles la piel antes de que lo intenten otra vez.
Teo lo observó en silencio, sabiendo que algo más hervía