No estoy dispuesto a dejarte ir.
El Jeque que ya sabía exactamente en donde estaba su mujer, llegó al hotel perfectamente vestido en un look casual que le daba ese toque atractivo y juvenil que las mujeres admiraban.
El hombre ni siquiera se molestó en preguntar en recepción por su esposa. Él junto con sus guardaespaldas entraron directo al elevador, solo uno de ellos quedó rezagado para darle una generosa propina a las dos recepcionistas.
— El Jeque quiere darle una sorpresa a su esposa, por favor obvien su presencia.
El árabe se veía tan apuesto, elegante y de aura poderosa, que ninguna de ellas dijo nada, solo sonrieron con complicidad.
(...)
El elevador se abrió, al hombre que usualmente no lo descomponía nada, esta vez sentía el corazón acelerado.
Unos toquidos de escucharon del otro lado.
— ¡Servicio al cuarto!
Monserrat que ya no tenía los grandes outffis que Sergey Volkov tenía para ella en la bella mansión, solo tenía un albornoz puesto, aunque de todas maneras lucía hermosa.
Mientras a