El amor se respira en el aire.
La ojiazul se detuvo en la mirada verde del magnate, no era suficiente decirle lo increíble y magnífico que era, su esposo era mucho más ambicioso.
La modelo se acercó a abrazarlo, dejó en sus labios un beso cálido que se prolongó un poco, hasta que el mismo Jeque la detuvo.
— Señora Ali, deje de provocarme o no me contendré, hay sirvientes esperando en la puerta, tendríamos que dejarlos plantados.
— Oh, no, no vamos a hacerles esa grosería, vamos a conocerlos.
Al Jeque la verdad que le daba igual dejar a quien fuera de lado para llevarse a su mujer para hacerle el amor, pero sabía que ella se negaría, Monse despedía gentileza.
Los esposos se acercaron a la puerta principal, había cinco mucamas, un mayordomo, dos chóferes, tres chefs con mínimo dos estrellas Michelin, y dos personas para mantenimiento diario.
— Buenos días Jeque Ali, bienvenido a su mansión, bienvenida señora Ali.
— Gracias, que amables.
— Le pedí al mayordomo Boris, que los reuniera aquí para que