El pequeño Dante hace de las suyas.
Las lunas Elizabeth y Yara de inmediato subieron a las habitaciones a resguardar a los cachorros, ellos eran la prioridad en esos momentos, aunque estaban inquietos y lloriqueaban.
— ¡Pakhan, toma un arma de acá del despacho, esos estúpidos se van a arrepentir de haber venido a atacarnos!
Massimo ya estaba dirigiendo todo sobre el armamento, mientras tanto Emiliano se ocupaba de los centinelas, tenía que asegurarse de que no hubiera bajas. Los guerreros eran muy importantes en la manada.
— ¡Está de aquí me gusta, que imbéciles son esos mafiosos, no tienen oportunidad de ganar, vamos afuera, rápido!
Al salir se dieron cuenta de que eran demasiados los hombres enemigos, y que llevaban armas potentes que estaban alcanzando a los centinelas.
Los guerreros no habían atacado en su forma de lobos porque no habían recibido la autorización del rey, ellos no se podían dejar ver en su forma lobuna, debían mantener su identidad secreta ante el mundo.
— ¡Carajo, esto está más mal de