Alma gemela.
La mujer llamada Vivían, se pegó a los apuestos lobos, ella tenía que salir viva de ahí, tenía un hijo por el cuál ver. Ella no tenía idea de lo que el destino le tenía deparado.
— ¿Tú quien eres? — Emiliano preguntaba.
— Soy amiga de él. — La bella mujer señalaba a Massimo. — Yo le ayudé a curar al señor que llevan herido, me dijo que no me lastimaría... Lo prometió, por favor saquénme de aquí, no puedo morir todavía, soy madre, mi hijo me espera en casa.
El segundo hermano pensó que tenía que cumplir la promesa de su hermano, aunque en esos momentos Massimo no tenía cabeza para nada.
— Está bien, súbete a uno de los coches, después veremos qué hacer contigo.
Todos se dirigieron rápidamente al hospital que pertenecía a la familia. Vivían iba de lo más asustada porque conducían a altas velocidades, como si no tuvieran miedo a morir.
Apenas llegaron un equipo de doctores ya los estaba esperando, tenían que atender y a la mujer que estaba muriendo lentamente.
Cuando la