C3-¿QUÉ ACABAS DE DECIR?
Sofía tarareaba una canción moviéndose al ritmo mientras servía los últimos arándanos sobre los platos. La cocina olía a canela y miel y ella llevaba puesta una de las franelas de Draxel, enorme, que le caía hasta medio muslo y dejaba al descubierto un hombro. Su cabello estaba suelto, desordenado, y tenía esa sonrisa tonta que solo aparecía cuando pensaba en él.
Giró sobre sus pies con una cuchara en la mano, como si fuera un micrófono y cantó.
Reía sola. Era feliz y por supuesto, enamorada.
Porque por fin lo tenía.
Aunque fuera en secreto.
Nadie lo sabía.
Ni Rowan, ni Anya y mucho menos sus padres.
Y si se enteraran… bueno, probablemente Draxel terminaría en una tumba y ella castigada de por vida.
Pero nada de eso le importaba.
Ella lo había amado desde los dieciséis años, desde que él la veía como la niña traviesa que colgaba de los árboles de la mansión.
Pero ahora las cosas eran distintas, porque fue ella quien dio el primer paso y mientras cor