El 1 de abril llegó con una mezcla de incertidumbre y ansiedad que se instaló en el pecho de Ángel como un peso insoportable.
El calendario marcaba una fecha que ya no significaba solo el cambio de mes, sino el principio del final de algo que ni siquiera quería imaginar.Abril, ese mes tan esperado, tan temido...había llegado y sabía que dentro de esos treinta días podría perder a Coromoto para siempre.El problema principal era no saber si el día que marcaría su partida sería hoy, mañana, o tal vez dentro de una semana, pero lo que sí sabía era que el reloj corría, y con el, su esperanza de verla una última vez.Ángel caminaba por su departamento con pasos rápidos, como si su ansiedad pudiera acelerarse con el ritmo de sus pies.Miraba su teléfono cada pocos segundos, esperando una señal, un mensaje, algo que le diera una pista de cuándo se iría Coromoto. ¿Será hoy? Se preguntaba con cada respiración, ¿O tal vez mañana? O tal vez, la peor opci