La mañana siguiente amaneció gris, como si el cielo mismo compartiera el peso de los pensamientos que Ángel aún llevaba consigo. Las nubes densas cubrían la ciudad con una manta opaca, apagando cualquier atisbo de luz que pudiera insinuar un nuevo comienzo.
Se levantó temprano, como siempre, con la intención de seguir adelante, de comenzar el día como cualquier otro, pero había algo distinto en su interior, algo que le impedía hacerlo con la misma ligereza de antes.A pesar de la serenidad que intentaba imponerse, no podía dejar de pensar en la conversación con Paola. Sus palabras, tan sinceras y directas, habían dejado una marca en él algo en su tono, en la forma en que lo miraba mientras hablaban, había calado más hondo de lo que quería admitir.Era como si, por primera vez en mucho tiempo, alguien hubiera logrado ver más allá de su fachada, más allá de su sonrisa forzada y su aparente normalidad.Coromoto había hecho lo que creía necesario, lo sabía, p