—¿Qué sucede? —Tito no pudo evitar preguntar al ver que Cara parecía estar todavía en shock.
Ella sintió que el suelo se abría debajo de sus pies en ese mismo instante, en todo ese tiempo añoraba con volver a casa. Pero al recordar todo lo que había vivido, se le quitaban las ganas. Realmente, no tenía a nadie a quien hacerle falta. Su corazón comenzó a doler, pues solo le quedaba Jonas y hacía ya mucho tiempo que no sabía de él.
Pero tampoco quería perder su empleo de dos años, miró a Bastiaan de reojo.
«Todo es por culpa de este engreído», quiso gritar.
—¿Tengo alguna otra opción? —Cara, quiso saber— ¿No puedo ir a la sucursal de Seúl?
Tito frunció el ceño, puesto que parecía como si ella no quisiera volver a su país natal y aquello era un tanto confuso, emitió un largo suspiro.
—La verdad es que no, de hecho Leonard, quería venir a despedirte él mismo y luego investigarte, pero yo me opuse.
—¿Que has dicho? —La voz de Bastiaan era de pura furia contenida— ¿Por qué ese infeliz h