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—Astrid…
Cara se quejó levantándose con un poco de esfuerzo del sofá, y de manera inmediata Bastiaan la ayudó. De nuevo sus miradas quedaron fijas por especie de unos segundos.
—Tienes que entender, cariño que ya no estás sola, tienes a la familia Karagiannis tendiéndote la mano, y puede ser tu familia… si quieres.
Sabía que las palabras de Astrid eran sinceras, por eso no dudó en acercarse a ella y darle un abrazo.
—De verdad, nunca me cansaré de darte las gracias.
Las dos se fueron comentando cosas de chicas, no pasaron dos minutos cuando se abrió la puerta, y un Neo algo desconcertado hizo acto de presencia. Se había quitado el saco, la camisa estaba por fuera, las mangas de su camisa dobladas hasta los codos y los dos primeros botones desabrochados.
Bastiaan y Leander lo miraban en silencio, esperando que por sí solo y les hiciera saber lo qué estaba ocurriendo.
—Todo se está complicando más de la cuenta, creo que necesito un trago.
Fue lo que dijo el recién llegado, pa