Oh Dios, cómo quería sentir sus labios en los míos. Pero sabía que si eso ocurría, estaría jodido. Sería mi fin. Hacía siglos que apenas habíamos ensayado un beso y yo había fingido para mis adentros que nunca había sucedido porque no tendría fuerzas para seguir si probaba la boca de Chuchu de verdad.
Volví su hombro hacia mi boca, lamiendo y chupando mientras sentía cómo mi mujer me masturbaba torpemente. Apoyé allí la cabeza, respirando contra su cuello, sin contener una sonrisa. No era buena en todo. Pero yo la haría aprender. ¿Y una vez que lo supiera? ¿La entregaría al mundo sabiéndolo todo para dar placer a otro hombre?
Quería pararlo todo y salir de allí. Pero, ¿y mis planes? ¿No quería yo su hijo? ¿No era ahora el objetivo dejarla embarazada y luego quitarle el niño? Y yo sabía que para que las mujeres se quedaran embarazadas tenían que entrar dentro. ¡Y no huir!
Me aparté un poco y puse mi mano sobre la suya, ayudándola a moverse, haciendo que su mano fuera de un extremo a o