- ¡No sé si mi padre estaba mirando! - sonrió, desconfiada.
- Pensándolo bien - di unos pasos hacia el fondo - creo que lo lanzaré allí.
- Moriremos los dos, porque no lo dejaría ir bajo ninguna circunstancia. - Ella lo dijo. Y no me cabía duda de que si decía que me llevaría con ella, lo haría.
- Relájate, Chuchu. - Sonreí y besé su hombro, bajando un poco mi cuerpo y haciendo que ella se hundiera un poco más, abrazándola con firmeza.
- ¿Y los médicos no pudieron curar a tu madre? ¿Tu padre que creó una industria farmacéutica? ¿Fue por ella?
- Hum, ¡son muchas preguntas! - Retiré sus manos de mi cuerpo y dejé que apretara aún más sus piernas alrededor de mi cintura. Abrí sus brazos y sostuve su cabeza mientras se daba cuenta de que podía flotar en el agua.
La sonrisa que recibí a cambio fue como una bola de fuego chocando contra el hielo, derritiéndose tan rápido que no hubo tiempo de ver de dónde venía.
- "Mi padre ya tenía un negocio de drogas", le expliqué con calma, sin preocupar