- Creo que este asunto nos concierne a Olivia y a mí. - Mi voz no salió tan segura como me hubiera gustado.
- Los problemas de salud de mi hija nos preocupan a mí y a todas sus hermanas. - Ernest advirtió.
- ¡Yo cuidaré de mi mujer! - No pude evitarlo.
- Sinceramente, ahora mismo no quiero hablar de mi enfermedad - Chuchu cerró el tema - Tengo tantas cicatrices... ¿De verdad crees que me va a importar un pequeño hematoma en el estómago?
Se levantó sin avisar:
- ¿Nos metemos en el agua, Gabe?
Cerré las piernas de inmediato, poniéndome la camiseta por encima de los calzoncillos, intentando ocultar mi endurecida polla bajo la tela, deseando follarme a mi chuchu incluso en esta caótica situación. Seguramente mi hambre por ella se debía a que no había tenido un sexo normal con una mujer, sin pagar, desde hacía casi diez años. Porque no había otra explicación para el hecho de que no pudiera acercarme a aquella mujer sin desear tenerla de todas las formas posibles.
- ¿Qué tienes en las rodil