- Esto no es un adiós, ¡es un hasta luego, hija! - saludó a Rita y luego me miró- A pesar de todo, me debes mucho. No podría haberte aceptado en mi casa, pero no lo hice. Te di un hogar, aun sabiendo que eras la hija de la golfa con la que me engañó mi marido.
- ¿Puedo hacerte sólo una pregunta? - le pregunté. Ella no dijo nada, así que continué - ¿Querías de verdad a mi padre? Porque creo que si no lo hubieras hecho, no habrías aceptado todo lo que aceptaste...
- Le quería. Pero nunca se lo mereció.
Al decir esto, me dio la espalda y se marchó. Miré a Rita, que aún tenía los ojos enrojecidos de tanto llorar. Antes de que pudiera derrumbarse, Rael la acogió.
- ¿Cómo lo has sabido? - preguntó Gabe a su amigo
- No se habla de otra cosa en los medios de comunicación.
- Bueno... Tú cuida de ella -Gabe se refirió a Rita-, yo llevaré a Olivia a que se dé una ducha y coma algo y luego iremos a comisaría.
- ¿Nos vemos en tu casa, como te pidió Isabelle? - preguntó Rita.
- Sí. Necesitamos sabe