- Sí, por supuesto. La recepcionista le llevará con su esposa.
Esperé a que la mujer me llevara a la habitación de Olivia, sintiendo cómo se me cansaban las piernas y me dolía la espalda. Sin duda me había golpeado uno de los hombres y ni siquiera me había dado cuenta. Tenía la ropa sucia y el pelo revuelto. Por no hablar de la sangre que manchaba parte de mi camisa, procedente de Jorel.
En cuanto me dejó delante de la puerta, dijo:
- Llámenos si necesita algo.
La mujer se fue y abrí la puerta para encontrarme conmigo mismo:
- ¡Ah, hijo de puta!
- Gabe, ¡puedo explicarlo! - dijo Jorel, asustado.
Me llevaron a la maldita habitación equivocada. En lo que a mí respecta, Jorel podría morir y no me preocuparía. Al contrario, dejaría de preocuparme. Ni siquiera necesitaba un hijo, ya que mi hermano seguramente me haría pasar por todo lo que un hijo adolescente podría darme... La única diferencia era que Jorel no era un adolescente, sino un hombre de 22 años. Y lo que es peor, no era mi hijo