Salvador
No me gusta pensar en que Federico está enfrentando solo al viejo.
Sé que en el pasado tuvimos problemas, que siempre creí que era el consentido del viejo, pero en las últimas semanas me pude dar cuenta que no es así.
Que mi primo de hecho le guarda mucho más resentimiento del que le tenía yo y estoy seguro que viene de mucho antes.
Pues sí nada de esto hubiese pasado, si Marino no hubiera llegado a mi vida, seguramente yo estaría todavía tratando de ganarme al viejo.
No es que eso me haga sentir orgulloso.
Por eso cuándo Federico llega a la casa y me cuenta todo lo que el viejo le dijo, le digo que debe hacerlo, lo necesito a mi lado, sin embargo también quiero tocar el tema de él no pidiendo ayuda.
Pero antes de que pueda hablar escuchamos la voz de la empleada y la palabra “Meyer” saliendo de sus labios.
Ambos compartimos una mirada y nos movemos en sincronía, yendo directo a dónde la voz se encuentra, que está justo en el pasillo que lleva al ala de empleados.
La casa está