Capítulo 7.
Drago:
Mis nudillos dolían pero quería seguir golpeando al hijo de puta frente a mi, su rostro estaba lleno de sangre y moretones, el hijo de puta caía una y otra vez al suelo pero mis hombres se encargaban de levantarlo, el sabe cómo cobro las traiciones.
Terminé de golpearlo, tomé un pañuelo para limpiar la sangre de mis nudillos y parte del rostro, me senté frente a el y tomé mi arma.
—Me decepcionas querido Otto, recuerdo hace dos años cuando entraste a trabajar aquí con ganas de comerte el mundo y siendo leal a mi, pero ¿Que sucedió? Decidiste traicionarme de la peor manera, revendiendo mis armas a los Rusos sin mi consentimiento y por si fuera poco, has filtrado información para que me atrape la interpol, pero ¿Que crees? —reí— los malditos de la Interpol, me compran armamento... Eres patético.
Alzó el rostro y se veía realmente asustado, para los perros que traicionan, merecen morir sin piedad alguna y yo, era un maldito sin piedad. A mi nadie me traiciona y sale vivo para cont