Samantha:
Dos días después..
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~Pase dos días un poco alejada del señor Drago, estar tan cerca de el me provocaba ciertos sentimientos que no me gustaría sentir y que tampoco quiero sentir, ni yo misma me entiendo.
Debo ser honesta conmigo misma porque realmente me asusté cuando lo ví herido y me preocupé un poco por el, solo un poco, es que al ver toda esa sangre saliendo de el me provocó mucha ansiedad y miedo, Saraí tuvo que sacarme de la habitación, yo me encerré en la mía tratando de calmarme por semejante susto.
Luego de eso me quedé con el esa noche, me pareció un poco curioso que me pidiera leer el Principito, no sabía que le gustaba ese libro, porque a mí también me gusta, por eso no lo rechacé a leérselo, es mi favorito.
Ya el señor Drago se sentía mejor y ya podía moverse por si solo, desde esa noche no he ido a verlo, solo me ocupo de otras cosas en la mansión para no verlo y Saraí se encarga de llevarle la comida.
—Oye Samantha... Aún no me has dicho de dónde conoces al señor Ian —preguntó Malena.
Ambas estábamos preparando comida.
—Fue novio de mi hermana —fue lo único que dije.
—¿En serio? —asentí— que suerte tuvo tu hermana, Ian es un hombre precioso en serio.
La miré sin entender.
—¿Te gusta?
—¿Se me nota mucho?
—La verdad es que si, hablas todo el día de el, es un poco molesto.
Seguí picando las papas, la verdad es que Malena es demasiado habladora y es molesto para mí, estoy aquí para trabajar, socializar no se me da para nada bien, no me gusta que me pregunten todo el tiempo cosas sin sentido para mí, prefiero estar encerrada en mi misma, así evito muchas cosas.
—Lo siento —soltó una risita—, se que a veces suelo hablar mucho, es que me gusta hacerlo ¿Sabes? Buscar conversación es lo mío —sonrió orgullosa.
Malena es bonita, tiene esos rasgos de la india bastantes llamativos, sus ojos eran negros al igual que su cabello y es un poco más alta que yo.
Cada vez que habla y habla yo solo le asiento para escucharla al menos, tampoco es que soy grosera. Ella es amable conmigo y hasta ahora no hemos tenido ningún problema.
Detuvimos nuestra acción cuando escuchamos voces, era Ian junto con una mujer.
—No puede ser —Malena empezó a limpiarse las manos apresurada.
—¿Que pasa? —la mire.
—Es la señorita Kylie, la novia del señor Drago, acaba de llegar.... —me susurro— es una víbora, la detesto, de hecho todos la detestamos.
Ella salió de la cocina y yo seguí en lo mío, el señor Drago debe estar por llegar y la cena debe estar lista. Era de esperarse que un hombre como el tuviese pareja.
Basta de pensar en Drago, el tiene novia.... No debes, no debes.
Malena llegó a la cocina y siguió cocinando conmigo, luego se apareció la novia del señor Drago.
Es alta, bonita y esbelta, vestía de ropa seguramente costosa, cuando caminaba parecía una modelo de pasarela, su piel parecía de porcelana y su cabello era oscuro. En serio que el tiene buenos gustos.
—Tu debes ser la nueva sirvienta —se cruzó de brazos mostrando sus largas uñas.
—Si señorita.
—¿No dirás tu nombre? —preguntó de forma brusca.
—Samantha, señorita.
Mantuve mi mirada fija en ella, no baje la cabeza ni nada, en estos días que llevo trabajando aquí he estado aprendiendo a no temerle a nadie, total vivo en una mansión que está rodeada de hombres armados hasta los dientes, de igual forma no tengo miedo de morir, ya mi vida era una porquería.
—Entiendo, Samantha —se acercó a la isla de la cocina y recargó sus manos—, espero que las demás te hayan dicho lo que odio comer y de que mientras esté aquí, ninguna de ustedes se acerca a mi Drago ¿Quedó claro?
—Muy claro señorita —asentí.
Sonrió de forma arrogante y se fue contoneando sus caderas, le reste importancia y seguí cocinando. Ya me quedó claro que no debo acercarme a el.
—No sabes cuánto la odio... Desde que llegó a esta casa se cree dueña y señora de todo, se hubiese quedado dónde estaba.
—Pues no podemos hacer nada Malena, es la novia del señor Drago, el jefe.
Saraí llegó a terminar de ayudarnos, ésta señora ha Sido muy buena conmigo en éste tiempo, no quisiera encariñarme con ella, yo tengo un plan.
Un plan en el que dudaba, no quería irme sin dejar a Michelle sin nada, se que se ha portado mal conmigo pero... Es mi hermana y la amo a pesar de todo, ya mi ansiedad y las ganas de terminar con todo esto son grandes, ya para mí nada tiene sentido, no puedo dormir bien sin que lleguen esas pesadillas a atormentarme cada noche, ya ni siquiera quiero ir a terapia, lo único que quiero es descansar de todo y no dejar que ellos me sigan atormentando.
Iba hacia mi habitación cuando ví pasar al señor Drago hacia arriba, venía como siempre, serio y sin mirar a los lados, casi siempre lo veía pasar.
Regresé a la cocina y la cena estaba lista.
—Samantha, lleva la cena a la habitación del señor Drago, aquí está para la señorita Kylie también, ve con cuidado.
Quería replicar esta vez pero ya Saraí me entregó la bandeja, resignada fui hasta arriba a llevarle la cena al señor Drago y su novia, cuando me pose en la puerta para tocar se escucharon muchos gemidos y jadeos, por un momento sentí muchísimo asco al escuchar eso. Toque la puerta dos veces y los jadeos cesaron. No pasó demasiado tiempo cuando El señor Drago abrió la puerta envuelto en una bata negra.
—Samantha.. —su respiración estaba acelerada.
—Le traje su cena señor —ni siquiera lo mire a los ojos.
Pude ver como se hizo a un lado y pasé directamente a la habitación, dejé la bandeja sobre su escritorio y saqué la comida de la misma para ordenarla cómo a él le gusta comer.
—¿Se le ofrece algo más señor? —no quería mirar, no quería hacerlo.
—Puedes retirarte...
Asentí y salí de la habitación y el la cerró un poco fuerte detrás de mi, tomé la bandeja con fuerza y baje hasta la cocina para cenar con Saraí y sus hijas.
Por mas que me negara, seguía sintiendo asco ¿Por que me sentía de este modo?
La cena fue normal para mí, miraba ese trozo de pollo pensando en atragantarme con el y morir de una vez. A veces odiaba tener esos pensamientos pero me es imposible, estaba rota por dentro y estaba segura de que nadie podía repararme.
Saraí sabe que soy de pocas palabras y no busca hablar conmigo cuando estamos a solas, cosa que agradezco mucho.
(...)
Más tarde.
2:00 AM.
"No llores dulce Samantha, voy a ser cuidadoso contigo preciosa"
"No sabes lo linda que te ves llorando y suplicando por qué me detenga"
Sus jadeos y gemidos se escuchaban en mi oído.
Exaltada me levanté y miré mis manos en medio de la oscuridad, las sentí temblar y encendí la pequeña lámpara de la mesa.
—¿Hasta cuándo será esto? —susurré— ya no puedo más.
Me recogí el cabello y salí de la cama, me coloqué las pantuflas y salí de la habitación, caminé hasta la cocina, me asusté cuando ví al señor Drago cortando un pedazo de pastel.
Estaba con el torso desnudo, aún tenía la herida en su pecho cubierta con una gasa. Levantó la vista y frunció el ceño.
—Se está haciendo una costumbre encontrarnos en la cocina a esta hora Samantha... ¿No podías dormir?
—No señor, no podía.
—¿Sigues sin acostumbrarte a la casa? —preguntó mientras cortaba el pastel de chocolate que hice con cuidado, estaba concentrado en ello.
—Un poco —parpadee varias veces.
Volvió a alzar la vista para asentir, guardó el pastel en la nevera y fue a la vitrina por una cuchara, el dragón cubría por completo su espalda, era la primera vez que lo veía bien, tiene muchos colores, me resulta un poco aterrador pero fascinante a la vez.
Busco dos tazas de café para verter leche en ella, las tomó en sus manos y colocó una en la isla de la cocina, la señaló para que la tomara, caminé hasta la isla y me senté a beber la leche.
—Gracias.
Solamente asintió, tomó su leche y empezó a comer el pastel, alzó las cejas sorprendido y siguió comiendo, cada vez que estábamos aquí siempre nos mantenemos silencio, un silencio que para mí no es incómodo, pero difícil de explicar al menos para mí.
Me sorprende un poco que le guste tomar leche, creí que a él le gustaba lo más fuerte, bueno, no es que lo conozca bien.
Después de terminar me dispuse a recoger todo, me permitió ésta vez hacerlo y empecé a lavar las tazas y el plato que uso para comer el trozo de pastel. Ya guardando todo estaba por irme cuando me detuvo tomando mi muñeca, por un momento me paralice del miedo, no soporto el contacto físico ahora.
—Samantha ¿Estás bien? —preguntó de forma suave.
—Si señor.... E-Estoy bien —trate de no tartamudear.
Me gire un poco cuando se levantó y posó frente a mi, demasiado cerca para mí gusto.
—Mirame Samantha.
No sé porque razón le obedecí, alce mi rostro para verlo, por un momento, solo por un momento me quedé hipnotizada por sus ojos azules esperando que decirme sin decir una sola palabra. Yo odio la cercanía y más si son por parte de los hombres, los aborrezco pero el señor Drago me hace sentir todo lo contrario, no quiero que se aleje, quiero que me mire.. Y esto es malo para mí, muy malo.
Cerré los ojos cuando sentí sus fríos nudillos sobre mi mejilla, después posó su enorme mano en mi mejilla, con su pulgar acariciaba mi labio.
—¿Que estás haciendo conmigo Samantha? —murmuró.
—¿A qué se refiere señor? —abrí los ojos.
—Te estoy viendo en todos lados y siento que no es bueno... Pero, no quiero alejarme ni alejarte, estoy hecho un enredo.
—No deberíam...—me quedé callada cuando sin verlo venir me besó, sus labios se movían y no sabía cómo corresponderle, era la primera vez que alguien me besaba.
Reaccione y sin pensarlo mucho lo empujé con las cosas fuerzas que tenía.
—Samantha lo siento... No debí besarte así.
No lo dejé hablar cuando salí corriendo de la cocina y encerrarme en mi habitación a llorar, ésta era la primera vez que alguien me besaba y no sabía cómo sentirme al respecto, odiaba sentir todo esto, todas éstas nuevas sensaciones que no debo sentir.
Estoy rota, estoy sucia, nadie iba a quererme jamás, nadie.