[DANIEL]
Pasó una hora y media, y nosotros seguíamos ahí, afuera del consultorio de Lizzy, esperando alguna respuesta, esperando información y rogando porque Sam y los mellizos estuvieran bien.
Debido a nuestro actual estado, Lizzy nos había prohibido la entrada.
Me sentía fatal, una mierda, por hacerla pasar por esto. Era la segunda vez que ella venía a parar al hospital y sentía que era por mi culpa.
En la mañana la acompañé a las clases de preparto, todo iba bien hasta que el tema de las amenazas salió a flote. Sam salió del salón casi corriendo y, antes de llegar a la puerta de la entrada, se desvaneció por completo.
Ahora había batido récord como el imbécil más grande del mundo.
—Si les pasa algo, me muero.—
Miré a Axel y le di dos palmadas en la espalda.
Tenía su mirada fija en la pared de enfrente, sus puños apretados.
Sabía lo que era sentirse así: dolido, impotente y culpable. No deseaba que él pasara por lo mismo que Dana y yo habíamos pasado meses atrás...
¡Dana!
¿Dónde est