Inicio / Romance / Dr. White / Cosas por aclarar
Cosas por aclarar

Las niñas terminan de comer y salen del comedor, el ambiente se vuelve tenso, el silencio es abrumador y ya no sé para adonde más mirar, si justo enfrente está Daniel.

"Aún puedes huir de él" —sugiere mi subconsciente.

Me comienzo a levantar lentamente, para que mis movimientos sean casi imperceptibles a su azulada mirada.

—¿Sí sabes que no puedes evitar esto? —habla de repente.

Me vuelvo a sentar, rendida y con mis codos en la mesa y mis mejillas entre mis manos, haciendo pucheros.

—No estoy huyendo de nada —miento.

No quiero aceptarlo, pero tiene razón.

Bebo mi jugo, huyendo de su mirada y fingiendo indiferencia y...

—No has cambiado, niña, sigues siendo...

—¿Qué...? —lo corto —. ¿La misma zorra? ¿La cualquiera?.

Lo hizo.

Logró despertar mi furia y ahora tendría que enfrentarlo.

Cierra sus ojos y deja el pan en el plato.

Baja un poco la cabeza, como si le diera pena hablar del tema, y no lo culpo, para mí no es muy gratificante recordarlo tampoco.

—Lo que dije esa vez...

—No me interesa...

—Dana.

—No me interesa Daniel, estaba drogada cuando eso pasó, de lo contrario jamás me habría ido contigo.

Enarca una ceja y sonríe incrédulo.

—¿En verdad? —se levanta y rodea la mesa hasta donde yo estoy sentada —. No parecías muy convencida de eso ahora por la mañana.

Se inclina y acerca su rostro al mío, con sus ojos fijos en los míos.

—y-yo estaba... estaba —paso saliva y usando uso de razón, me alejo de él, me levanto de la silla y huyo a la esquina del comedor —. Estaba…

Daniel sonríe con triunfo y camina con la determinación de un lince hasta mí.

—¿Estabas...? —se para frente a mí con su sonrisa ladina, aprisionándome sobre la pared con sus manos a cada lado de mi cabeza, se inclina nuevamente y sigue con su tortuoso juego.

—Estaba...t-tratando de despertarte. Luz... Luz estaba mal y tú no despertabas cuando te hablaba.

—¿Y por eso te me lanzaste encima? —pregunta con picardía.

¡¿Qué yo qué?!

¡Este cabrón!

¡Pretencioso!

—¡Tú me jalaste a tu cuerpo!.

—Sí, pero no te opusiste a mí cercanía como ahora...

—¡Me tienes atrapada! ¡Aléjate mejor!.

Trato de salir de su encierro, lo golpeo en el pecho y lo muerdo en el brazo, pero no parece querer desertar de esta ridiculez, sea lo que sea que trata de demostrar.

Toma mis manos y las coloca por arriba de mi cabeza, se pega más a mi cuerpo y ladea su cabeza, susurrando cerca de mi cuello.

—Eres una cobarde, Dana Park, —juzga —. Temes aceptar lo que sientes, callas lo que piensas, no has cambiado en nada desde la última vez que te vi...

Me siento agitada, confundida, molesta y muchas cosas más que prefiero no decir.

Trato de buscar en su mirada algo que me ayude a librarme de él, pero en sus ojos solo veo incertidumbre.

Muevo mi cabeza en un asentimiento y me rindo.

Recuesto mi cabeza en la pared de atrás y dejo salir un suspiro lastimero.

—Te equivocas —difiero —. No es cobardía no querer ver morir a alguien que amas, no es cobardía no quedarse a aguantar las ofensas de un completo extraño, y no es cobardía huir de alguien que te hizo mucho daño, cobarde es culpar a los demás por lo que tú hiciste, ofender porque no tienes argumentos para defenderte y renunciar a tus convicciones solo porque un idiota te dijo que lo estabas haciendo todo mal... ya vi morir a alguien que amo...no deseo pasar por eso nunca más...

—Dana...

Daniel trató de detenerme, pero no podía parar, no podía, y era su culpa. Mis lágrimas salían con abundancia de mis ojos, seguíamos en la misma posición, pero ya no me importaba.

—¿Crees que has sufrido mucho, White? No tienes ni idea... ¿Quieres que te diga por qué me fui contigo esa noche a tu auto y no elegí soportar la tormenta?.

—Dana...

—No te conocía, pero cuando te vi en el aeropuerto, luego en la fiesta y luego en esa playa, sentí que eras especial, pensé que eras diferente...

—¿Podrías...?

—Fuiste el mayor error de mi vida...

—¡MENTÍ! —gritó, haciéndome callar al instante —. ¡¿QUIERES QUE TE DIGA POR QUÉ TE DIJE LO QUE TE DIJE EN ESA OCASIÓN?! —Negué con la cabeza.

—Ya no me interesa.

—Eras diferente ¿Bien?. Eras distinta a todas con las que había estado antes.

—Ah… ¿Gracias...?.

—¡Cállate, Park! Yo si me acuerdo, yo si recuerdo cada cosa de esa maldita noche... Cada cosa que hicimos, cada toque, cada roce..., cada beso, cada sensación. Tus uñas clavadas en mi espalda cuando entré la primera vez en ti. ¡Maldita seas, Park! No sabía que eras virgen. Recuerdo la parsimonia con la que te hice cada marca en el cuello y en los senos. Recuerdo todo, y me torturaste por muchas noches después de eso… No salías de mi mente.

—Yo no...

—¡Shhh! ¡Era un maldito adolescente, mi vida era un caos y llegaste tú, a mover en una noche lo único que tenía seguro!.

Baja su tono de voz y apoya su cabeza entre mis senos.

Mis lágrimas se han secado y solo me ha quedado un sabor agridulce en la boca.

Es verdad, todo es verdad.

Todo lo que pasó esa noche, todo lo que hicimos, todo es verdad, tardé en re

cordarlo, luego de un tiempo quería simplemente olvidarlo, en cierto modo me dolía todavía su trato en aquella ocasión.

—¿Y qué era lo seguro para ti? —le pregunté.

Era más que obvio que yo no. Ni me conocía.

Además, me estaba acusando de desbaratar su "lugar seguro"

—Era ella —dijo rendido.

¿Ella?.

¿La mamá de las chicas acaso?

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP