•°• ✾ •°•
DANNA:
Poco a poco la chica más pequeña, de la que tampoco sé su nombre, comienza a despertar y ha dejado de temblar.
Mi alma, que había abandonado mi cuerpo, regresa, me siento más aliviada y no soy la única; la niña a mi lado sonríe, seca sus lágrimas y me abraza más contenta.
Cierro mis ojos, sonrío y le respondo al abrazo.
No las conozco, pero siento cierto aprecio hacia ellas, me agradan.
Al abrir mis ojos de nuevo, me encuentro a Daniel White, mirándome de forma extraña.
Le sostengo la mirada, si antes la apartaba con nerviosismo, ahora no lo haré más.
Aún me siento molesta con él por su estupidez de hace rato.
En cambio, quien termina con aquella guerra de miradas, es él.
—¿Estás bien? —le pregunta a la chiquita.
Él está de rodillas a la orilla de la cama, acariciando el cabello de la niña.
La pequeña asiente y le sonríe, luego me mira a mí y parece confundida, mira a Daniel y luego de nuevo a mí.
Es idéntica a él.
Es su misma imagen.
—¿Quién eres? —pregunta débil, talla sus hermosos ojos azules y aguarda callada a mi respuesta.
Abro mi boca para presentarme, pero me detengo al escuchar a la niña que aún me tiene abrazada, hablar.
—Es la hermana de papá —responde.
Miro a Daniel y lo fulminó con mi mirada.
¿Les dijo que yo era su hermana? ¡Menudo imbécil!
De ser él mi hermano, me extraigo toda la sangre y de ser posible la cambio por otra.
Daniel ríe y niega, como si leyera mis pensamientos.
—Ella es Dana Park, hermana de su... —su sonrisa desaparece y el brillo de sus ojos se opaca en medio de aquella pausa, y mirando para otro lado, continúa —...de Axel, de su papá.
Miles de dudas se cruzan por mi cabeza, al igual que un enorme desasosiego.
¿Hijas de Axel?
¿Por qué nunca me dijo?
¿Por qué cuando me llamaba, solo me llamaba para regañarme por mis decisiones, pero no me hablaba de las suyas?
Sin embargo, algo no me quedaba claro.
Son idénticas a Daniel en todo sentido...
¿Por qué?
Esto solo me demuestra, que tengo mucho que investigar.
• ────── ✾ ────── •
Me siento en el comedor, con mis manos entrelazadas, son aproximadamente las 07:00 de la mañana y al fin, después de dos horas de interrogatorio, pude salir de la cama.Las preguntas de las pequeñas rondaban entre "¿Por qué no te conocíamos?" A "¿Alguna vez has ido a Disneyland?"
Son tan hermosas, inteligentes, dos horas me bastaron para quererlas.
Son extraordinarias.
—¿Pensé que ya estabas lista para ir al hospital?.
Daniel sale de la cocina y coloca sobre la mesa un platillo con huevos revueltos, tostadas y fruta y al lado, un vaso con jugo de naranja.
—No sabía que podías cocinar —evado el tema.
Daniel se da cuenta, rueda los ojos y deja salir un suspiro lleno de frustración, lo miro de soslayo y tomo una rodaja de kiwi.
—¿No se supone que deberías estar desesperada por ir al hospital? —regresa a la cocina y puedo sentir su mirada interrogante por la ventana abierta de la cocina.
Ignora mi comentario anterior y sigue empeñado en hablar del mismo asunto.
El hecho es que no puedo, o más bien no me siento lista para ver a mi hermano en esa situación. No estoy lista para algo como eso.
Daniel regresa al comedor y coloca una taza de café en la mesa.
—Hazme un favor, niña... —dice, tomando el contenedor de la azúcar y acercándolo a mis manos —. Échale dos de azúcar en lo que yo preparo el lunch de las niñas, por favor.
Me levanto y tomo una cuchara de la alacena, regreso a la mesa y tomo uno de los contenedores de tapa rosa que está en sobre la mesa y tal y como Daniel me lo pidió, agrego dos cucharadas de azúcar.
Las chicas entran en el comedor, con su uniforme puesto y su cabello desordenado, ambas se colocan frente a mí, me miran con sus rostros tristes y con el cepillo de cabello en mano.
—Mamá siempre nos peina, pero ahora está con papá.
Su rostro se ha ensombrecido por completo, por lo que sin agregar nada, agarro el cepillo de las manos de Cindy, la mayor de las niñas y comienzo a cepillar su cabello, le hago una trenza de lado y luego hago lo mismo con Luz.
Al levantar la mirada, Daniel se ha quedado quieto, viéndonos, como si en su mente algo muy bonito se formara, ya que sonríe como quizá nunca lo había visto hacerlo.
Carraspeo para que reaccione, Daniel parpadea un par de veces y se acerca al comedor con las meriendas de las niñas.
¿Cuándo se volvió tan responsable?
Hace más o menos siete años era un desastre total.
Nos sentamos a desayunar, ni Daniel ni yo mencionamos el tema de Axel, es doloroso saber que prácticamente una máquina lo mantiene con vida, es como si me arrancarán la mitad del corazón.
Siento que es desgarrador siquiera pensar en que ya no volveré a verlo.
Quisiera que de nuevo fuéramos niños, corriendo por el parque, contándonos historias de miedo a media noche, en la oscuridad del cuarto, mientras fingimos dormir para que mamá no se moleste y nos regañe.
Quiero creer que aún se puede rescatar algo de eso, que despertará y no volverá a dejar que me vaya de su lado y tome malas decisiones... Aunque, Ángel para mí no fue una mala decisión.
Imagino que es igual de doloroso, o quizá mucho más para ellas, para las niñas.
Se trata de su padre, su pilar.
—Terminamos... Nos iremos a cepillar los dientes.