[CONTINUACIÓN]
—¡Oye! ¡Fíjate! ¿Quieres?!— gritaron a sus espaldas.
Se dio la vuelta, encontrándose a una hermosa rubia de ojos entre azules y verdes, parada a un lado del pasillo, señalando con su palma extendida las maletas tiradas en el piso.
Se quedó inerte por un momento, apreciando la hipnótica belleza de aquella chica, pero se cerró a la idea de inmediato. Aquella chica, a simple vista, irradiaba una luz que para él solo podía significar una cosa:
Compromiso.
Y en su lista de conquistas, ella simplemente no era bienvenida.
Así que, sin reparar más en la hermosura de la extraña, siguió su camino. Su hermana seguro ya estaba en el avión, esperándolo.
La imagen de la rubia se había pegado como un chicle a su memoria, aunque él no lo iba a aceptar nunca... no volvería a verla... o eso era lo que él creía.
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Por otro lado, Dana no podía creer que aquel lugar sería en el que pasaría tres años; era enorme.
El lugar tenía una apariencia clásica, de enormes pilares, patios