DMITRY
Guardó de forma automática lo que traje conmigo en un bolso borrando todo rastro de mi en la habitación que pronto dejaré atrás. No veo nada en especifico, no razono más allá de lo necesario.
Ya que si lo hago terminaré destrozando todo.
Hoy no solo mi corazón me ha traicionado, ahora también mi propio orgullo a cedido a mi lucura.
Lo más irónico es que yo no era él único con secretos incomprensibles, lo intuía, pero eso no hace que me reproche menos.
— ¡Heey! Nos llaman a todos abajo — la puerta de la habitación se abre de golpe. — ¡HAY JESÚS! ¡¡Que susto!! — los grito no se detiene cuando uno de los mercenarios me allá en medio de la habitación individual.
Aunque mi aspecto seguro no es el mejor, sí me sigue mirando de ese modo le romperé el cuello y lo tiraré por las escaleras.
— Gael quiere a todos abajo. Es obligatorio que vayas — informa rápidamente antes de volver a cerrar la puerta y desaparecer de mi vista. Nadie puede refutar que estos