— ¡Vaya! Al fin recuerdas que tienes casa. — la voz sarcástica me saca una maldición y hace que el niño calle su sollozo. Intuitivamente se aprieta a mis brazos.
《 Vinieron por fin... 》
En ningún momento sentí su presencia a mis espaldas y me altera aún más el que allá oído lo que le dije. Ya que independientemente del idioma los miembros de mi familia aprenden desde muy corta edad a entender y hablan varias lenguas extranjeras, entre ellas el ruso.
《 ¡Al carajo! 》
Me giró con la misma cara que no se me borra aunque quisiera, esa que pone inmediatamente a Lucas estupefacto. No veo a Miguel por ningún lado.
No me limpio las lagrimas que salieron en contra de mi propia razón, no tengo la más mínima intención de ocultar que esto me sobrepasa de diferentes maneras.
— Lucas — mi voz lo endereza lo suficiente como para ignorar que no lo note.
Pasa por mi mente correr para escapar, sin embargo sé que igual no serviría de nada.
《 Quiero dejar de correr por un instante... solo uno.》
Las pal