—¿Leo? —exclamé, sin poder evitarlo.
Por supuesto, eso alertó a todos los vampiros presentes. Incluso desde la distancia, percibí el cambio en el campo de entrenamiento. De pronto, todas las miradas cayeron sobre mí, haciéndome sentir nerviosa.
Me preocupaba haber hecho algo mal. Claramente no era un sitio en el que Donovan me quisiera. Pero ya me habían atrapado, así que terminé por acercarme con pasos temblorosos.
Los vampiros que sostenían al muy golpeado chico evitaron mi mirada, pero pude ver cierto arrepentimiento en sus rostros, como si supieran que se habían excedido. Donovan en cambio, me esperó con mucha paciencia.
Su usual mueca burlona no se encontraba por ninguna parte. Estaba mortalmente serio. Y para mí sorpresa, eso me pareció sexy.
Se veía como un matón de una película noventera. Y por alguna razón que no entendía, esa imagen me agradó. Tanto que al verlo sonreí inconscientemente.
—¡Juliette! —gritó al verme, revolviéndose entre los brazos de los guardias.
Hasta que c