—Corre y no veas atrás —susurré, pero no estuve segura de sí era para Brett o para mí—. Corre y no veas atrás.
Los vampiros eran seres rápidos y yo además tenía que ir al paso de Brett, quien se apoyaba de las paredes para poder caminar. Las posibilidades de escapar eran pocas, pero sabía que debía hacer algo. No podía quedarme como una tonta corriendo en círculos.
¿En círculos? ¿Por qué estaba corriendo en círculos? Me detuve un segundo, viendo a mi alrededor con extrañeza.
Ya había pasado tres veces por este mismo pasillo. Lo sabía, pues había visto el mismo cuadro de una rosa marchita en un jardín de espinas al menos tres veces mientras seguía corriendo.
Magia de desorientación.
No lo había notado antes, porque estaba demasiado concentrada en escapar.
Aunque me apoyara de la magia, eso no significaba que sería inmune a sus usos.
Si corrías en este sitio sin tener una dirección fija, terminarías en un bucle infinito, sin tener donde esconderte. Brett dijo que así fue como los vampir