La luz del amanecer apenas se colaba por los ventanales de Aurora Global cuando Noah llegó.
Caminó con paso lento por el vestíbulo de la empresa, con la camisa apenas planchada y la barba marcándole el rostro.
Intentó pasar una mano por su cabello para acomodarlo, disimular las ojeras, pero el cansancio no se podía ocultar. La noche anterior había sido larga, demasiado, y el alcohol tampoco ayudaba.
William lo vio acercarse desde la recepción y levantó una ceja.
—Vaya, Priego… apareciste. ¿Dónde estuviste ayer?
Noah intentó esbozar una sonrisa, pero no pasó de un gesto torcido.
—La pasé mal —dijo simplemente, con la voz grave—. Por eso no vine. ¿Y tú? ¿Todo bien?
William asintió, pero su mirada se detuvo un segundo de más en Noah.
—Si, todo en orden. Mandaron a un suplente para el proyecto. Ya no se podía retrasar más. Tienes que hablar con Valeria.
Noah solo apretó la mandíbula. La idea de alguien más ocupando su lugar le pesaba más de lo que debería.
William miró hacia la oficina d