Gilbert tosió, aclarando su garganta, su voz firme y digna.
—Señora Florence, no quiero que la gente ande esparciendo rumores desagradables sobre mí. Sabe que soy un caballero, tengo una reputación y dignidad que mantener.
—Aprovecharme de situaciones como esta simplemente no es mi estilo.
Florence asintió lenta y tranquilizadoramente.
—Tiene razón, por supuesto. Confío en usted completamente, por eso sé que cuidará bien de ella.
Gilbert se movió ligeramente, sus ojos dirigiéndose a Sofía.
—¿Entonces tal vez podría llevar a Sofía al penthouse primero? Pasaré más tarde a ver cómo está, si cree que es apropiado.
—Por supuesto, señor Guise —respondió Florence calurosamente.
—Realmente es un hombre de honor. —Ayudó gentilmente a Sofía a ponerse de pie, y junto con la mesera, la guió hacia la puerta.
Mientras ayudaban a Sofía a salir, los ojos de Gilbert siguieron cada movimiento grácil de su figura, el deseo ardiendo como fuego salvaje dentro de él.
Una sonrisa burlona se dibujó en sus lab