Charles le dirigió a la Señora Lancaster una mirada conflictiva.
—Señora Lancaster —comenzó en voz baja.
—Lo mejor que puedo hacer es darle el número de mi hermana Jessica. Por favor explíquele todo.
—Ella resolverá el problema de Kane primero, y mientras tanto, veré qué puedo hacer para ayudar a su empresa.
Florence resopló, veneno en sus ojos.
—Claro, dame el maldito número. ¿Todo este desastre? Es culpa de Álex, ¿quién más? Ese callejero sin valor no tenía nada hasta que Jessica lo levantó como un caso de caridad.
—¿Ahora piensa que es intocable, lo suficientemente arrogante para ponerle las manos encima a Bella Kane? —se burló, la voz subiendo con cada palabra.
—Jessica debería ser la que se arrastre ante los Kane. No pudo controlar a su querido chucho, y ahora él lo ha destrozado todo.
Chasqueó los dedos con frialdad final. —Dame el número. Se lo voy a deletrear: exactamente lo que ha hecho su sucio niño bonito.
En la finca Kingston, Jasmine se relajaba junto a la ventana, viendo