Kelly soltó un grito de alegría, prácticamente saltaba sobre sus talones.
—¡Álex, maldito suertudo! Apostaste medio millón y está dando frutos como una mina de oro. ¡No puedo creer que sean auténticas semillas de Corazón Verde!
Ni siquiera Kelly, que había visto su buena parte de riquezas extravagantes, no podía ocultar su asombro.
—Nunca había visto algo que se rumoreara que valiera cientos de millones, pero gracias a estas tontas que lo dejaron ir, aquí estamos.
Lanzó una mirada incrédula a Clara y Florence, con un tono lo suficientemente frío como para congelar la sangre. —En serio, ustedes dos se merecen una medalla como las Vendedoras Más Despistadas del Año. Casi me siento mal porque lo dejaron ir tan barato... casi.
Sus palabras cayeron como una serie de puñaladas, haciendo que Clara y Florence parecieran aún más devastadas.
Prácticamente habían tirado un tesoro que podría haberles dado una fortuna por encima de sus sueños más salvajes.
Desde los márgenes, la multitud murmuraba