Una hora atrás, los Lancaster frenaron tan bruscamente junto a la acera que parecía que habían derrapado hasta detenerse.
El letrero sobre la fachada de la tienda decía "Rey de las Hierbas", con su pintura descascarada brillando bajo el sol matutino.
Sofía, Jack, Florence y Clara, la hermana menor de Florence, bajaron del coche. Una brisa cálida traía el aroma de hojas secas y sutiles especias desde la puerta abierta de la tienda.
Florence miró a Clara, perpleja. —Dijiste que querías comprar un regalo. ¿Por qué nos trajiste a esta herboristería?
Clara, vestida con una blusa elegante y tacones demasiado altos para una simple diligencia, se inclinó con aire conspirador.
—No es una herboristería cualquiera, hermanita —susurró—. Tienen algo increíblemente raro aquí: Raíz Corazón Verde.
Florence frunció el ceño. —¿Raíz Corazón Verde? ¿Y eso es... bueno para qué, exactamente?
Los ojos de Clara se iluminaron. —Trabajo para Jericho Kane, ¿recuerdas? Tiene un imperio farmacéutico, y esta Raíz C