Álex los fulminó a todos con la mirada, ya sin paciencia alguna. —La próxima vez, me quedaré viendo mientras te cortan esa maldita mano. —espetó, dándoles la espalda al grupo.
Sofía enderezó los hombros y se acercó con voz fría e inquebrantable. —Te crees la gran cosa, ¿verdad? No dejes que un poco de respaldo de Jasmine te vuelva estúpido. Te digo que pienses antes de andar fanfarroneando por ahí.
Alzó una ceja con tono cargado de condescendencia. —Acepta la realidad, Álex. Una cosa es que amigos poderosos te abran el camino, y otra muy distinta es tener el valor para seguir adelante por tu cuenta. No te hagas ilusiones pensando que eres invencible. Esta es mi última advertencia.
Álex puso los ojos en blanco y soltó una risita burlona. —Hablas como si fueras una santa que lo tiene todo resuelto. ¿Tan segura estás de que solo me aprovecho de los poderosos?
—Ay, por favor, ahórrame el teatro —le replicó Sofía con rabia—. Si Jasmine no te hubiera protegido, Víbora ya te habría matado. Ti