63. ULRIC
LORIEN
Un dolor sordo rugía en mi pecho, pero me obligué a acallarlo.
—¿Estás segura? Mire bien —se detuvo incluso, creo que hasta se olvidó de su mujer. Su expresión, cada vez más seria y ansiosa.
—Sss... sí...
—Vamos ahora mismo a comprobarlo…
—¡No! Debo ir con mi cachorro.
—La guardia custodia la pensión. Puede estar segura de que es el lugar más resguardado de la manada en estos momentos —me aseguró, dando órdenes a sus hombres, quitándose la pesada armadura y haciéndome seguirlo para desviarnos.
Ya la rueda del destino estaba en marcha y, mientras llegábamos a los límites de la manada por un sitio más concurrido y nos perdíamos entre los mercadillos nocturnos, sentía que me iba arrepintiendo.
Quizás él aún estaba cazando, tal vez regresó a la pensión, quizás me mintió y nunca fue a vender ninguna carne.
Todos mis "quizás" se destrozaron cuando, escondidos en una callejuela, espiábamos hacia los puestos de venta.
—¿Quién es? ¿Me lo puedes señalar?
Mi mirada gris