Extrañamente, el tener tan cerca de Alekander y aún más, solos me estaba poniendo de los nervios. Cuando llego a la casa de Aleksander, sabía que este viaje iba de mal a peor, estaba tan confundida entre quedarme en su casa durante todo mi embarazo o simplemente escapar.
¿Él tenía derecho?
—Y… —Aleksander es quien rompe el incómodo momento—, ¿Qué has hecho en todo este tiempo?
—Pues…, empecé una pastelería.
—Ya veo, ¿Por qué no lo intentas aquí en Francia?
—¿Cómo?
—Sí, podrías tener algo con lo que distraerte y mantenerte concentrada durante el embarazo.
Trago saliva de forma pesada.
—No lo sé, no lo tengo muy claro, eso de ya sabes… quedarme aquí.
—Sé que mi abuela y tu madre quieren que nosotros nos casemos, sé que es una idea que te desagrada, pero… Se va a hacer lo que tú quieras, eres libre de tomar las decisiones que quieras, solo te pido o te ruego que intentemos tener una relación amistosa.
—Está bien.
—¿Qué te parece si mañana vamos al museo? —Frunzo el ceño—. ¡Es s