Capítulo— Una súplica en silencio

(Punto de vista: Sofía Rojas)

Golpearon la puerta con suavidad. Eran las primeras luces del día y yo apenas estaba abriendo los ojos, sintiendo todavía el calor de Adrián a mi lado. Antes de que pudiera moverme, él se levantó de la cama casi de un salto. Fue hasta la puerta y la abrió.

Del otro lado estaban Isabel y Fabián. Isabel se sonrojó de inmediato, llevándose una mano a la boca cuando lo vio aparecer con unos calzoncillos cortos y una remera blanca, despeinado, con la sonrisa de quien no necesita explicar nada.

—Perdón… no queríamos interrumpir —balbuceó Isabel, bajando la vista.

Adrián, con esa picardía que lo hacía tan suyo, hizo un gesto con las manos como quien confiesa sin palabras: “Dormí aquí”. Fabián, lejos de incomodarse, le respondió con el pulgar hacia arriba, cómplice, como si le dijera: “¡Vamos por buen camino, hijo!”.

Yo, desde la cama, no pude evitar sonreír al ver sus caras. Adrián me miró de reojo, con una chispa en los oj