CAPÍTULO — “PROBLEMAS REALES: LA EMPRESA ARDE”
Castell Group amaneció en llamas.
—Y no literalmente, aunque para Milagros la sensación era la misma—.
Era martes, y los martes parecían diseñados por algún enemigo secreto.
“El martes debería ser feriado, siempre hay un problema”, pensó ella mientras se ponía el blazer.
Apenas entró a su oficina, encontró tres llamadas perdidas, dos correos marcados como URGENTE y un mensaje de Ayden:
> “Estoy en la sala de reuniones 4. Tenemos un lío.”
Perfecto.
Agarró la cartera, la tablet y caminó con paso decidido. Al entrar a la sala, lo encontró ahí.
Ayden estaba de pie, serio, con el ceño fruncido y la camisa arremangada.
Tenía un cuaderno abierto, lleno de anotaciones prolijas.
Milagros lo miró dos segundos.
La prolijidad no era común en Ayden Castell.
Nada tenía sentido.
—Buen día —dijo ella dejando la tablet—. ¿Qué se incendió ahora, Castell?
Él levantó las manos, casi en rendición.
—Nada. Te juro que nada. ¿Qué t