CAPÍTULO 14 – La Promesa de Amarla Siempre
Narrado por Isabel
A veces pienso que la maternidad no se elige. Que hay vínculos que no pasan por la sangre sino por la piel, por los silencios compartidos, por las promesas que una mujer le hace a otra cuando la vida se le escapa entre los dedos. Así fue como Sofía se convirtió en mi hija.
No fue cuando la abracé por primera vez después de despertar del coma , ni cuando le di la mano al salir del hospital. Fue antes. Fue cuando Elizabeth, mi mejor amiga, mi hermana de la vida, me miró con los ojos llenos de lágrimas y me lo pidió con la voz quebrada. Esa imagen todavía me parte el pecho.
—Cuídala, Isa. Prométeme que vas a cuidarla como a tu propio hijo. Apóyala en sus estudios. Que nada ni nadie la limite. Ella tiene un don. Es fuerte. Es luz.
Estábamos en la sala de urgencias. Elizabeth apenas podía hablar, con el cuerpo destrozado por el accidente, pero con la mente clara como el agua. Sabía que no iba a sobrevivir. Su esposo hab