Capítulo 18. Cuando las matemáticas fallan.
“…Estábamos esperando en el área de atención al cliente cuando de pronto vi a un sobrecargo traer en brazos a una hermosa beba, la que me pareció, según ni inexistente y corta experiencia con esos monstruos infantiles, que no tendría más de año y medio. En ese instante a Talía se le llenaron los ojos de lágrimas, para simplemente correr a cargarla, a la par que la colmaba de besos... «Tranquila, mujer, tus labios son míos», dejé que mis egoísmos y miedos se apoderaran de mi celosa mente… «¿Quién es ella?, ¿qué está pasando?», mi mente se llenó de un sinfín de inquietudes.
—Daniel, te presento a mi hija Erika —expresó orgullosa y feliz, mientras colma de besos el rostro del bebé.
—¡Dios, rayos!, Talía nunca dijiste que estás casada… Yo no sé qué decir —gagueé por un momento, pero no pude evitar tocar la pequeña mano de la bebita.
—No estoy casada, estoy felizmente divorciada, gracias a Dios —soltó entre risas, haciendo girar a la pequeña.
Mientras conducía a casa de Talía, me entretuve